Un abogado y conocido periodista capiateño logró chulear a la muerte, tras darle una patada al bicho vai. “Es un milagro de Dios que siga vivo. En el hospital pasé mal. Vi como sacaban los muertos en la bolsa negra”, omombe’u.

Domingo Reyes (47), conocido hombre de prensa y leyes de la ciudad de los mitos y leyendas, tuvo una segunda oportunidad de vida, tras contagiarse por el coronavirus. Ahora comparte la terrible experiencia que le tocó vivir con el maldito virus.

“Es un verdadero milagro de Dios que estuviera contando mi historia. Soy hipertenso, diabético. Con todo eso, pude vencer al coronavirus. Primeramente, empecé con un cuadro tipo gripe con fiebre, tos y un poco juku’a (agitación)”, añadió.

“Me hizo dormir de tan fuerte que me agarró. Después, consulté en el Hospital de Capiatá. Me hicieron unos estudios, y quedé internado. Pero como no paraba la tos, me derivaron al Hospital Nacional, por recomendación de una médica”, agregó.

“Pensaba que me estaba yendo a un sala normal, pero al ingresar, me llevaron directo a terapia. Estaba completamente solo. Desde ese momento, comenzó mi calvario.

“Estaba sin ropa, no reconocía a los doctores, porque estaban cubiertos por sus atuendos de bioseguridad. Estaba entre los pacientes moribundos”, confesó.

“Lo más duro fue que estaba consciente en todo momento y veía y escuchaba todo lo que pasaba, incluso, como se moría la gente. Les sacaban en la bolsa negra. Viendo eso, decía que en cualquier momento me iba a tocar a mí. Casi me volví loco”, recordó.

El comunicador comentó también que estando en terapia, apagó sus 47 velitas. Sus familiares le enviaron una torta, que las enfermeras le mostraron y le cantaron el que los cumplas feliz.

“En terapia pasé el día de mi cumpleaños 47. Ese día mis familiares me enviaron una torta que las enfermeras me mostraron, y me cantaron el ‘que los cumplas feliz’. Lloraba mientras me cantaban”, ombojoapy.

“También me colocaron boca para abajo y así me tuvieron unos días. Sufrí mucho, porque sentía mucho frío por el aire. Estaba sin ropa, según me dijeron los médicos así saturaba mejor”, señaló.

Finalmente se refirió al temor que le invadió: “Mi miedo era que me intuben y me dejaran sedado. Muchos ya no se despertaban más. Un día le pedí a Dios, de todo corazón, que me sane”, he’i.

“Y desde esa vez, comenzó a subir mi saturación. Luego de salir de terapia, me quedé 10 días en sala normal. En total estuve 20 días internado en hospital. Ahora estoy en proceso de recuperación, pero ya en mi casa”, finalizó.